Ser excepcional

 Hay gente que busca ser excepcional. Sin darse cuenta que ya lo es. Se levanta cada día, hace lo que debe y “tira pa’lante”. 


Nos han vendido el cuento de la productividad y el éxito basado en determinados criterios perversos. Y lo hemos comprado. Porque somos bobos, claro. Compramos mierda porque no nos atrevemos a mirarnos a la cara en el espejo y porque no tenemos cojones a escribir sobre nosotros mismos. Decidimos rehuir de nosotros mismos. Y así nos va. 


Han crecido los vendehumos y han crecido los compracuentos. Por qué hoy en día triunfa tanto curso/mastermind/programa… o llámalo como quieras? Pues porque están dirigidos a la gente malita. La gente estamos malitos y queremos creer que hay una solución fácil. Tener valor a confrontar con quién eres no es tan atractivo. 


Ser excepcional. Tiene huevos. Te has creído que debes realizar hazañas homéricas para poder mirarte a la cara cada día. Que debes hacerte millonario en un año o menos. Que debes entrenar 14 horas a la semana, correr 7, comer perfecto 24/7, escribir un diario del tamaño de Los pilares de la tierra, ser filósofo y casi casi curar el cáncer. Si un domingo por la tarde decides tocarte los huevos en el sofá viendo una peli que te apetece y tienes pendiente, ya eres un fracaso. Aunque solo lo hagas una vez. 


Hay que mandar a esa gente a la mierda. Hay que redescubrir que somos excepcionales. Cada día. Que no hay mejor versión que la que damos cada día. Porque es lo que somos cada puto día de nuestra vida. Y que si debemos cambiar, mejorar o pulir cosas, llegará el momento en que algo/alguien nos haga el “click”. Y procederemos a buscar soluciones. Soluciones realistas. 


Pero por favor, vamos a dejar a los vendehumos sin un duro. Vamos a dar dinero a la gente moderada, resuelta, culta, prudente, formada, paciente y serena que hace que cada año que pasa se conozcan más aspectos de esto que llamamos vida. 


Te propongo una cosa. Esta semana (hoy es lunes), háblate bien. Si te sale algo mal, perdónate. Si la cagas, asume que a veces pasa. Eres humano. Y si algo te sale bien, cálmate. Procésalo de forma pausada y con sentido común. Acepta que a veces aciertas. 


A veces, también, te equivocas. 


Por eso eres excepcional. 

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