Quién eres; quién soy; quiénes somos

 La gente te juzga por lo que conoce de ti en tu trabajo. 

¿Qué triste, no?

Te juzga ahí y te juzga en muchas otras situaciones. El caso, te juzga. 

En serio, ¿crees que lo que un ser humano muestra en el desempeño de su profesión, muestra en realidad quién es? Tanto en las partes oscuras, como en las más, digamos, luminosas. O en el desempeño de cualquiera de sus acciones diarias: vida personal, paternidad, pareja, tiempo de ocio..

Siempre he dicho, y por suerte he compartido momentos con personas que piensan igual, que dentro de las cuatro paredes del hogar de cada uno, lo que ocurre queda totalmente fuera del conocimiento de terceros.

Por eso, y vuelvo a citar a Baltasar Gracián (“El arte de la prudencia”), creo que la PRUDENCIA es nuestra mejor aliada en estos días.

Solo que se lleva lo contrario. Está de moda la crítica descarnada, sin mesura. Soltar exabruptos sin informarse lo más mínimo sobre la vida de los demás (para no meter la pata; sería decoroso). 

Mira la TV.

Se basa en eso. En destrozar a alguien para aliviar la basura y miseria interna que tenemos cada uno. ¿O acaso triunfa el morbo porque somos equilibrados y empáticos? Pues no; triunfa el morbo y los programas/concursos basados en ello, porque necesitamos compararnos con la que nuestra mente dolida considera personas de más baja areté

Triste, digo.

Cuando era más joven (no soy viejo, pero tampoco tengo veinte años), no entendía la obsesión de algunos adultos, la mayoría del entorno educativo, por mantener asignaturas como latín, filosofía, ética. ¡Joder! Después de centenas de euros gastados a día de hoy, en libros que me muestren y enseñen una filosofía de vida, un comportamiento digno, un mundo “mejor”, por decirlo de algún modo, de vivir, entiendo qué querían decir con esto de no eliminar esas asignaturas. 

Se nos ha ido la olla. Podría usar otros términos, pero, ¿a que me entiendes? Vamos a calmarnos todos un poquito. Vamos a darle tiempo a las cosas para valorarlas, reflexionarlas, juzgarlas y tomar decisiones en base a ello. 

Nadie es lo que muestra en un primer contacto (ni segundo), en su trabajo, en un momento puntual y concreto, en un maldito mensaje de WhatsApp.

La gente, el ser humano, es complejo. Necesita un amplio análisis. Un amplio conocimiento de todo su ser, su entorno, su contexto, experiencias, circunstancias personales, hora y día… ¿se entiende? Para conocer a alguien, se necesita toda una vida. ¿O acaso te conoces a ti mismo? Las consultas de psicólogas están llenas de gente buscando conocerse de verdad a sí mismos, ¿y vas tú a decirme que conoces a alguien por un par de interacciones con dicha persona?

¡Vamos, no me jodas!


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