Los caradura
Los cara dura siempre dan la cara. Al final. O a la mitad. A fin de cuentas, en algún momento.
Los que buscan los recovecos para utilizar el último argumento legal para salirse con la suya y sentirse “victoriosos” ante la gente medianamente honrada.
Y es que hay una división de esta España “conmigo o contra mí” que el cuidadano de a pie refuerza. Al menos el 50% de los cuidadanos. Y es el de ir a por el semejante y amilanarse contra el grande. Es decir, destrozar, acusar, señalar al vecino (otro triste tonto sobreviviendo en esta mierda) y envidiar “lo suyo” en vez de preocuparse por como ha llegado a “lo suyo”.
Y hay otra estirpe fascinante que es la del que enarbola la bandera de una causa justa, la del inquisidor moral, la del mesías del nuevo y mejor comportamiento que él mismo trae, mientras actúa en su privacidad del modo que denuncia en sus discursos. Orwell lo llamó el “doblepiensa” (en su traducción al español). Otro que me gusta más lo describe como que aquel que se pronuncia tanto y de modo tan histriónico sobre algún asunto, es el que más muertos guarda en el armario…
Quizás el principal reflejo de lo mal (o bien) que están las cosas es el ciudadano raso. El que vive la rutina diaria con valores tan miserables.
Quizás el problema, por enésima vez, está en primera persona, y no en tercera…
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