La fórmula fácil
Buscáis la puta fórmula fácil.
NO LA HAY.
Que no la hay, coño.
Que no existe el medio sencillo para lograr nada importante. No vivimos en la edad media. Vivimos en el año 2024 D. C.
Ya vale de comportarse como niños de edad avanzada. Nos estamos destruyendo a propósito.
Necesitamos ser personas útiles. No vale de nada ser un inútil que busca parasitar el sistema que hemos creado. Buscar ser competitivo, mejor, más culto, más sabio, más fuerte, más duro… no tiene que ver con ninguna ideología. Joder, tiene que ver con desarrollarte como ser humano.
Sois borregos comprando packs ideológicos. No existen ideologías perfectas. Existen seres humanos individuales con criterio propio y suficientes herramientas (intelectuales, nadie habla de cuestiones materiales aquí), que DEBEN poner en cuestionamiento los packs encorsetados de pensamiento. Queremos vivir cómodos. Y luego resulta que tenemos ansiedad, tristeza, etc.
Cuidado con esto! No te atrevas a cuestionarme, pues no sabes la basura mental que he atravesado. No conoces de donde vengo a nivel de salud mental para atacarme por lo dicho anteriormente. Si tu vida no tiene propósito, no tiene sentido, no va a ningún sitio porque jamás enfrenta retos, acabarás teniendo problemas de salud mental. Porque ERES triste. No estás triste, sino que lo eres, dado que no tienes objetivos y metas como humano.
Insúltame, corre. Ponme verde (estoy acostumbrado, tranqui). Pero esto que digo lo dice la CIENCIA. Sí, esa que algunos ponen en duda (menudos imbéciles, sinceramente). Y es que la ciencia dice que uno de los cinco pilares fundamentales para la felicidad mental es la de tener un propósito en la vida. Un significado. Algo que suponga una meta importante (desde tu propia perspectiva, claro) para ti. Parasitar un buen sueldo con 2 meses de vacaciones y 15 días “moscosos” (de asuntos propios), más sus correspondientes festivos nacionales, puede estar muy bien. Pero es más que probable que acabes alcohólico, drogadicto, con depresión, en clases de costura o adultero que si en tu vida tienes un objetivo ambicioso (repito, evaluado desde tu propia perspectiva, no la de los demás) y estudias, trabajas, entrenas, acudes, piensas, escribes o diseñas para lograr aportar algo a esta humanidad que tanto te está pidiendo.
Y si no, sinceramente, no tienes derecho a quejarte. Espera, que tengo un mejor modo de decirlo: “y si no, vete a la mierda”.
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