La generación de cristal
Hay algo que, si me has leído más veces o incluso lo haces de forma habitual, sabes que es un mantra en mi discurso. Lo de la tercera vs. primera persona. Lo de la responsabilidad y el foco de la culpa. Lo de la infantilización de la sociedad actual y el deseo de ventilar responsabilidades. Todo viene a ser lo mismo.
Pertenecezco a la primera fase de lo que las generaciones más veteranas denominan “la generación de cristal”. Esa generación a la que le han dado todo hecho, no ha sufrido las vicisitudes de la vida, no tiene tolerancia a la frustración y se queja por deporte porque están mimados y sobre protegidos.
Esa generación en la que la gente tiene carreras, másters, “Soft skills”, habilidad en el mundo digital, conocimiento en diversos ámbitos (no necesariamente relacionados con su campo de estudio), inteligencia emocional, formación en salud mental, etc.
Pero nosotros somos “de cristal”. Mas, irónicamente, esa generacion que creció en democracia, donde España solo crecía y crecía, donde sin estudios llegabas a un buen puesto de trabajo, donde tenías dos casas, coche, vacaciones y derechos (adquiridos no precisamente por ellos), donde los bancos soltaban viruta sin miedo, donde todo se arreglaba fácilmente en bares… esa generación, precisamente esa, nos llama “de cristal”. Esa gente que no tuvo que luchar por nada, que se encontró un país en pleno crecimiento y donde los derechos no hacían más que aumentar gracias a otros que en el pasado sí lucharon (cojones! Hasta se mataron!); aquellos que desde el semi-analfabetismo se levantaban 3000 bolos al mes (imagina cuánto era aquello en esa época…), que se pudieron permitir que sus hijos estudiaran porque podían pagarlo, te dan lecciones de lo que es el esfuerzo y el sacrificio y te explican que es que, “el que quiere algo, algo le cuesta”.
Pues mira, qué te voy a decir yo. Solo un apunte: de aquí en adelante, hablo desde el más absoluto y personal sesgo de lo que yo he hecho para “estar donde estoy”.
Ese que no estudió en su día, se puso a trabajar en la cocina, fue jefe de cocina con 21 años, tiene experiencia en restaurantes con estrella michelín. El mismo que a los 25 se apuntó a la academia para realizar el acceso a la universidad para mayores de 25, se sacó una carrera siendo el número 1 de su promoción. Aquel que ha estudiado 5 másters, ha sido profesor universitario y ha fundado una empresa. Ese mismo, te dice a ti, embebido de ti mismo porque tu generación era más fuerte y mejor, y parafraseando al grandísimo Pérez-Reverte, te comento que me puedes comer los huevos por debajo del culo.
Que el egoísmo y la soberbia os ha llevado a pensar que sois los mejores, y lo que no sois es conscientes del mundo que nos dejasteis. El mundo que estalló en 2008 por vuestras formas de hacer las cosas. El mundo irresponsable, cutre, ridículo y soberbio que heredamos de vuestras fantásticas habilidades nos llevó a una crisis que nos arrasó cuando apenas estábamos empezando y donde la responsabilidad, evidentemente, no nos había dado tiempo a reclamarla.
Una generación que se ha comido una época de corrupción sin precedentes porque, joder, vosotros erais los mejores. Nos tragamos una pandemia que arrastró una nueva crisis económica. Guerras que están a punto de desembocar en la nueva guerra mundial que cambie geopolíticamente el tablero.
Pero mientras, debíamos seguir formándonos y esforzándonos porque es el camino para conseguir cosas. Y los más listos resulta que, o se fueron a otro país más “lógico”, o se quedaron aquí y se sacaron su oposición. Y desde ahí te dan lecciones de vida.
Pero, yo qué sé; como siempre, divagaciones de un tipo que entrena a gente y a la vez piensa un poco. Seguramente de forma equivocada. Probablemente de un modo erróneo. Más que seguro sesgado por mi experiencia personal. Sin duda, pagado de mí mismo y sin un análisis profundo.
O no.
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